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Volvo reubica producción de vehículos eléctricos para esquivar aranceles chinos
La empresa traslada la fabricación de sus modelos eléctricos de China a Bélgica. La decisión busca prevenir impactos económicos ante posibles medidas de la Unión Europea.
Volvo Cars ha iniciado un cambio significativo en la producción de sus vehículos eléctricos, antes fabricados en China, hacia Bélgica. Esta decisión responde a la anticipación de medidas restrictivas por parte de la Unión Europea contra las importaciones subvencionadas por Beijing.
Según reportes de The Times, esta estrategia permitiría a la empresa evitar la imposición de aranceles que afectarían su competitividad en el mercado europeo.
Adaptación ante la política comercial
La Unión Europea, bajo la supervisión de la Comisión Europea, ha estado investigando desde el año pasado los vehículos completamente eléctricos fabricados en China, por recibir posibles subsidios que distorsionan el mercado.
Esta investigación podría resultar en la imposición de aranceles adicionales. Estos se evaluarían nueve meses después del inicio de la investigación, que se lanzó oficialmente el 4 de octubre y podría extenderse hasta 13 meses.
La movida de Volvo, una empresa bajo la mayoría accionaria del gigante chino Geely, incluye la transferencia de la producción de los modelos EX30 y EX90.
Esta medida estratégica no solo busca evitar posibles tarifas, sino que también refleja un cambio en la política de ventas de la compañía, descartando la posibilidad previamente considerada de cesar las ventas de los EVs construidos en China en Europa.
Volvo ha optado por no hacer comentarios inmediatos respecto a este cambio, fuera del horario comercial regular, según solicitudes de comentarios por parte de Reuters.
Además, la fabricación de ciertos modelos destinados al Reino Unido también podría ser trasladada a Bélgica. Esto evidencia la profundidad del ajuste estratégico de la compañía frente a un entorno comercial europeo cada vez más cauteloso.
Este reajuste en la producción no solo es una respuesta a las tensiones comerciales entre China y la Unión Europea, exacerbadas por la proximidad de Beijing con Moscú tras la invasión de Ucrania. También es una maniobra para mantener su presencia y competitividad en un mercado crucial para la transición verde.